Cómo regularizar la presión arterial
La hipertensión es una problemática sanitaria muy común en la actualidad. Aproximadamente un tercio de los adultos en el mundo sufren de hipertensión. ¿Tal vez tú o alguien de tu familia también la padece? La hipertensión no siempre se manifiesta de forma evidente, pero aumenta el riesgo de padecer enfermedades graves como accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos.
Sin embargo, existen buenas noticias: la presión arterial se puede regularizar a través de cambios sencillos en los hábitos diarios.
El tratamiento tradicional para la hipertensión es la medicación, lo cual puede ser adecuado en ciertos casos. No obstante, ¿qué sucedería si pudieras lograr una presión arterial óptima sin necesidad de tomar pastillas ni sufrir efectos secundarios, y además mejorar tu salud y peso en el proceso?
Si deseas obtener información más detallada sobre la presión arterial, te invitamos a revisar nuestras guías basadas en evidencias: “¿Qué se considera una presión arterial normal?” e “Hipertensión: aspectos que debes conocer”.
En esta guía, ampliaremos la información y te mostraremos cómo regularizar la presión arterial de forma natural.
1. ¿Cuándo es recomendable utilizar medicación para la hipertensión?
Tal como se ha detallado en nuestras guías anteriores sobre hipertensión, la última actualización de la guía de la AHA sobre hipertensión ha adoptado un enfoque más agresivo en su definición de esta condición. Ahora se considera hipertensión una presión arterial sistólica entre 120 y 129 y diastólica por encima de 80, que anteriormente se consideraba dentro del rango normal. Asimismo, una presión sistólica entre 130 y 139 y diastólica entre 80 y 89 se clasifica como hipertensión de estadio 1, mientras que una presión sistólica superior a 140 o diastólica superior a 90 se considera hipertensión de estadio 2.
No obstante, ¿eso significa que todas las personas diagnosticadas con hipertensión necesitan medicación?
Es importante reconocer que las guías recomiendan iniciar con cambios en el estilo de vida para abordar la hipertensión de estadio 1, aunque sugieren el uso inmediato de medicación para el estadio 2 o superior. Sin embargo, creemos que prácticamente todas las personas, excepto aquellas con niveles muy elevados, pueden intentar modificar sus hábitos antes de recurrir a una terapia médica y a sus posibles efectos secundarios.
Los estudios observacionales sugieren que una presión arterial más baja se relaciona con menor incidencia de eventos cardiovasculares y una mayor esperanza de vida. Sin embargo, esto no significa necesariamente que la terapia farmacológica para reducir la presión arterial sea beneficiosa de manera universal, sino más bien que mantener una presión arterial baja de forma natural es beneficioso. Como hemos mencionado, de forma natural, algo que se puede lograr mediante hábitos saludables.
Sin embargo, existen circunstancias en las que la medicación puede resultar útil si se padece de hipertensión.
Si la presión arterial es muy alta (superior a 160 sistólica o superior a 100 diastólica), lo más adecuado podría ser combinar la medicación con intervenciones en el estilo de vida. Si existen otros factores de riesgo cardiovascular, como el tabaquismo o la diabetes, el uso de medicación puede ser beneficioso incluso para una elevación menor en la presión arterial (por encima de 140/90).
Hasta hace poco, había una falta de evidencia concluyente de que la medicación mejorara la salud de las personas con una presión arterial ligeramente elevada (140-159 sistólica y/o 90-99 diastólica) en ausencia de otras patologías. Por lo tanto, no estaba claro si los posibles efectos secundarios de la medicación compensaban el riesgo de tener una presión arterial ligeramente elevada sin otros factores de riesgo cardiovascular.
No obstante, un nuevo estudio ha demostrado que las personas mayores de 50 años con hipertensión y otros factores de riesgo vivieron más tiempo y redujeron el riesgo de enfermedades cardíacas al utilizar múltiples medicamentos para reducir la presión arterial sistólica hasta 120. Por desgracia, este beneficio se acompañó de un aumento significativo en los efectos secundarios, como el riesgo de caídas, enfermedad renal y pérdida de conciencia.
¿Pueden traducirse estos resultados a la práctica en el “mundo real”? Un estudio indica que posiblemente no sea así. Se llevó a cabo una extensa revisión de gráficos de más de 38.000 pacientes con bajo riesgo de enfermedades cardíacas que presentaban hipertensión de estadio 2 (con una presión arterial entre 149/90 y 159/99) y que fueron tratados con medicación para la hipertensión. Después de un seguimiento promedio de casi seis años, no se encontró una reducción en el riesgo de eventos cardiovasculares ni de muerte mediante el uso de medicación. Sin embargo, sí se observó un aumento en el riesgo de hipotensión arterial, desmayos y lesiones renales agudas en las personas tratadas con medicación.
En resumen, los datos no parecen ser tan concluyentes como lo sugieren las recomendaciones. Por ello, aconsejamos que consultes a tu médico para que consideren la posibilidad de probar intervenciones en el estilo de vida antes de recurrir a la medicación, siempre y cuando sea seguro hacerlo.
Pacientes con diabetes
Los datos también son contradictorios en el caso de los pacientes con diabetes. Según las recomendaciones de la AHA y la ACC, las personas con diabetes se deben tratar de la misma manera que a la población de alto riesgo, y se recomienda el tratamiento médico para lograr una presión arterial por debajo de 130/80.
Sin embargo, el estudio ACCORD y un metanálisis de estudios controlados aleatorizados sugieren que el tratamiento agresivo con respecto a estos niveles no reduce los eventos cardiovasculares, pero puede aumentar significativamente los eventos adversos. Por esta razón, las recomendaciones más recientes de la Asociación Estadounidense de la Diabetes indican que una presión arterial de 140/90 es la deseada para las personas con diabetes.
Es importante tener en cuenta que estos estudios se basaron en intervenciones con medicamentos. Aunque el tratamiento farmacológico para reducir aún más la presión arterial puede no ser beneficioso para las personas con diabetes, podemos plantear la hipótesis de que las intervenciones en el estilo de vida sí lo serían. Después de todo, los medicamentos tienen efectos secundarios y riesgos que la mayoría de las intervenciones en el estilo de vida no tienen.
En resumen, estos son los límites aproximados de los niveles de presión arterial en los que existe poca controversia sobre si es adecuado utilizar medicación:
- Personas sin otros problemas de salud: por encima de 160/100
- Personas con diabetes/enfermedad cardíaca: por encima de 140/90
- Personas mayores de 50 años con otros factores de riesgo cardiovascular cuya presión arterial no ha mejorado con intervenciones en el estilo de vida: por encima de 140/90
A pesar de ello, las recomendaciones actuales enfatizan una terapia farmacológica más intensiva para la hipertensión, a pesar de que los resultados no son concluyentes, especialmente en el caso de personas con menor riesgo de enfermedad cardiovascular.
Nuestra opinión es que las evidencias respaldan el abordaje de la hipertensión de estadio 1 y estadio 2 mediante cambios en el estilo de vida en personas que no presenten otros problemas de salud. Estos cambios deben dirigirse hacia las causas subyacentes de la hipertensión y reducir el riesgo de complicaciones a largo plazo. El uso de medicación debe individualizarse según la respuesta a los cambios en el estilo de vida, las preferencias individuales y otros factores de riesgo cardiovascular.
2. Causas de la hipertensión
Existen varias causas menos comunes de hipertensión que representan aproximadamente el 10% de todos los casos (como trastornos renales o suprarrenales, ciertos medicamentos o suplementos, etc.). Por lo tanto, es importante que cualquier persona recién diagnosticada con hipertensión consulte a su médico para una evaluación inicial y determinar si la causa de la hipertensión se puede corregir o es peligrosa.
Sin embargo, la forma más común de hipertensión es la que no tiene una causa médica subyacente, conocida como hipertensión primaria o esencial. En este caso, también puede ser parte de lo que se conoce como “síndrome metabólico”, también llamado enfermedad del mundo occidental:
Los problemas de salud que se muestran en el diagrama anterior se agrupan porque a menudo se presentan como un conjunto de síntomas en una misma persona. Las personas con hipertensión suelen tener un exceso de peso en el abdomen y probablemente también estén en riesgo de hiperglucemia y diabetes tipo 2.
La buena noticia es que, si se aborda la causa subyacente, suele ser posible mejorar todos estos marcadores con simples cambios en los hábitos.
Lee más sobre las causas de la hipertensión en nuestras guías sobre la hipertensión.
La causa típica
Como describimos en nuestra guía sobre hipertensión, es difícil determinar una sola causa. La edad, la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo y otros factores pueden aumentar el riesgo de hipertensión.
Sin embargo, en el caso del síndrome metabólico, muchas personas creen que la causa principal es consumir más alimentos altos en calorías y carbohidratos de los que el cuerpo puede manejar. Esto resulta en niveles más altos de insulina y una mayor resistencia a ella.
Hiperinsulinemia e hipertensión
La insulina es la principal hormona responsable del almacenamiento de grasa en el cuerpo, y un exceso de insulina puede ocasionar aumento de peso a largo plazo. Además, niveles elevados de insulina pueden provocar acumulación de líquido y sal en el cuerpo, lo que aumenta la presión arterial.
Además, niveles altos de insulina pueden provocar el engrosamiento del tejido alrededor de los vasos sanguíneos (llamados músculos lisos), lo cual también puede contribuir a la hipertensión.
Por lo tanto, tiene sentido que las intervenciones destinadas a reducir los niveles de insulina sean efectivas para mejorar la hipertensión y el síndrome metabólico.
3. Cambios de hábitos para una presión arterial más saludable
Existen varios cambios de hábitos que pueden ayudar a reducir la presión arterial, a continuación enumeramos cinco de ellos. El primero es probablemente el más importante, ya que elimina la causa más común de la hipertensión:
1. Combatir la enfermedad occidental con una alimentación baja en carbohidratos
Diversos estudios han demostrado que las dietas bajas en carbohidratos pueden mejorar la presión arterial, incluso más que las dietas bajas en grasas junto con medicamentos para bajar de peso como el Orlistat. Además, una revisión de varios estudios controlados aleatorios concluyó que las dietas bajas en carbohidratos fueron más efectivas que las dietas bajas en grasas para perder peso y reducir la presión arterial y otros factores de riesgo cardiovascular.
No solo mejora la presión arterial, sino que una alimentación baja en carbohidratos también beneficia los cinco marcadores del síndrome metabólico.
Estos resultados no solo se observan en estudios científicos, sino también en casos de éxito anecdóticos en la vida real.
Una guía para principiantes sobre la dieta baja en carbohidratos
2. Consumir sal con moderación
Reducir el consumo de sal puede generar una ligera reducción en la presión arterial. Aunque existen estudios que muestran este efecto, a largo plazo su impacto en la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas o muerte es escaso. Un reciente metanálisis de todos los estudios controlados aleatorios sobre el tema demostró esta falta de claridad, además, no está claro si la reducción de sodio es tan importante como el aumento del consumo de potasio. Dado que el potasio proviene de alimentos naturales como verduras y aguacates, es posible que una dieta con un mayor contenido de sodio pero con alimentos mínimamente procesados aún tenga beneficios para la presión arterial.
Teniendo en cuenta que gran parte de la sal que consumimos proviene de alimentos rápidos, comidas preparadas, pan y refrescos, al seguir una dieta baja en carbohidratos se reduce inmediatamente el consumo de sal, al no consumir este tipo de alimentos. Además, los efectos hormonales de las dietas bajas en carbohidratos y altas en grasas facilitan la eliminación del exceso de sal a través de la orina, lo cual podría explicar la ligera reducción en la presión arterial.
Por último, estudios observacionales extensos, como el estudio PURE, indican que las personas más saludables consumen una cantidad moderada de sodio, mientras que los mayores riesgos se encuentran en niveles muy altos o muy bajos de consumo de sodio.
Dado estos resultados contradictorios, no está claro si es más saludable reducir el consumo de sal o no. Sin embargo, al seguir una dieta baja en carbohidratos, deberías poder disfrutar de la sal con moderación (4-7 g de sodio al día) sin un aumento en el riesgo.
Más información sobre la sal y la salud
3. Eliminar otras causas de aumento de la presión arterial
En ocasiones, la presión arterial puede reducirse simplemente al evitar aquello que la eleva. A continuación, presentamos algunas causas comunes de hipertensión:
- Los analgésicos comunes (conocidos como antiinflamatorios no esteroideos, AINEs) pueden aumentar la presión arterial al inhibir la producción de sal en los riñones. Entre ellos se encuentran medicamentos como el Ipren, el Ibumetin, el Ibuprofeno, el Diclofenaco y el Naproxeno, además del medicamento de venta bajo prescripción médica Celebra. Los analgésicos con la sustancia activa del paracetamol son más adecuados para la presión arterial.
- Las pastillas de cortisona, como la Prednisolona.
- Los anticonceptivos orales (para algunas personas pueden ser un problema, por lo que es recomendable hablar con el médico sobre otras opciones).
- El consumo de café (cafeína).
- El consumo excesivo de alcohol.
- La nicotina (tabaquismo u otras formas de consumo de tabaco) puede causar aumentos drásticos y temporales de la presión arterial de hasta 15-20 unidades.
- El consumo de drogas como las anfetaminas y la cocaína.
- El consumo excesivo de regaliz.
Esto no significa que sea imprescindible abstenerse por completo de cafeína o alcohol, sin embargo, si se consumen grandes cantidades, puede tener sentido reducir su consumo. Por otro lado, siempre es una buena idea dejar de fumar por completo, ya que esto es fantástico para la salud en general, no solo para la presión arterial.
4. Realizar ejercicio
Se ha demostrado que el ejercicio regular aumenta la presión arterial de forma aguda, pero a largo plazo, también la reduce ligeramente. Además, al practicar ejercicio físico se queman más carbohidratos, lo que aumenta la tolerancia a ellos.
5. Practicar el ayuno intermitente
Si bien la literatura científica sobre el ayuno intermitente es limitada debido a las múltiples definiciones y la falta de protocolos científicos congruentes, algunos estudios han demostrado que está asociado con una reducción de la presión arterial sistólica.
Esto tiene sentido desde una perspectiva mecanicista, ya que el ayuno intermitente puede reducir los niveles de insulina y mejorar la pérdida de peso, dos factores que pueden influir positivamente en la presión arterial.
Lee más sobre el ayuno intermitente y la alimentación con restricción de tiempo en nuestras guías con revisión médica.
Monitorea tu presión arterial
Para facilitar los cambios de hábitos, es recomendable monitorear regularmente la presión arterial. Esto se puede realizar tanto en el consultorio del médico como de forma personal. En cualquier situación, asegúrate de llevar el monitor de presión arterial que utilizas en casa a algunas revisiones con tu médico para confirmar que las mediciones sean coherentes.
En conclusión:
Incluso con la reciente redefinición de la hipertensión, es probable que el enfoque persista. Deberíamos enfocarnos en las intervenciones de estilo de vida que abordan la causa principal de la hipertensión, y así también, abordaremos las enfermedades metabólicas que la acompañan. La medicación sigue siendo necesaria para las personas con hipertensión extremadamente grave o que no muestra mejoría con los cambios de hábitos. Sin embargo, si logramos rectificar la causa latente, será una intervención mucho más eficaz y no solo una simple disimulación del síntoma. Además, la incorporación de medidas saludables como la toma de cardiobalance, cápsulas que ayudan a mantener la salud de los vasos sanguíneos y el sistema cardiovascular con la cantidad correcta de vitaminas B 6 y B 12 para el bienestar a largo plazo, puede aportar beneficios significativos.
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